La causa más común de la rigidez seca en las toallas y textiles similares es que las fibras no se mueven lo suficiente después del lavado.
Los bucles de hilo que hacen que las toallas resulten tan esponjosidad se encuentran en diferentes direcciones después del lavado. Si la ropa permanece quieta durante el secado, este desorden en las fibras hace que no se sienten tan suaves como antes de ser lavados.
¿Es necesaria la secadora?
Las toallas se vuelven especialmente esponjosas cuando se utiliza la secadora y se mueven suavemente. Sin embargo, este gasto de energía adicional no es necesario en absoluto, porque afuera, en el tendedero, un poco de viento también asegura que las fibras se vuelvan a enderezar.
Incluso en invierno es posible secar la ropa al aire libre sin problemas. En el interior, una cierta corriente de aire a través de ventanas o puertas abiertas puede proporcionar suficiente movimiento en el tendedero y suavizar las toallas.
Activar el programa antiarrugas
Muchas máquinas tienen un programa antiarrugas adicional. Una vez finalizado el proceso de lavado, la ropa se mueve de un lado a otro a intervalos determinados.
Así, si no es posible sacar, sacudir y colgar las toallas inmediatamente después de finalizar el programa de lavado, el programa antiarrugas puede ayudar a mantener las fibras en movimiento.
sacudir la ropa antes o después del secado
También puedes ganar mucho colgando la ropa correctamente: sacude las toallas breve pero vigorosamente antes de ponerles las pinzas; así desenredarás las fibras y conseguirás una ropa más suave.
Si las prendas todavía están bastante rígidas cuando las retiras, sacudirlas nuevamente y moverlas suavemente hacia adelante y hacia atrás entre tus manos puede ayudar a restaurar su esponjosidad original.
Es mejor utilizar un suavizante natural
El uso de suavizantes convencionales no sólo es problemático desde el punto de vista de la salud y el medio ambiente, sino que también contribuye a que las toallas pierdan su capacidad de absorción.
Al lavar con suavizante se forma una película alrededor de las fibras que impide que vuelvan a absorber humedad después del lavado.
En su lugar, puedes preparar tú misma un suavizante ecológico añadiendo un chorrito generoso de vinagre blanco (de 30 a 60 mililitros) al compartimento del suavizante o, para prendas de colores claros, una cucharadita de ácido cítrico.
Esto elimina los depósitos de cal y los residuos de detergente de las fibras, lo que también puede ser la razón por la que las toallas ya no se sienten realmente suaves.
Remojar las toallas en agua con vinagre
Para toallas especialmente ásperas o rígidas, un chorrito de vinagre en el compartimento del suavizante puede no ser suficiente, ya que es posible que ya tengan depósitos de cal rebeldes.
En este caso se recomienda remojar las toallas en agua con vinagre antes de lavarlas para eliminar permanentemente los depósitos y hacer que los textiles vuelvan a ser notablemente más suaves.
Para ello, pon vinagre en un recipiente con agua (como máximo una parte de vinagre por cuatro partes de agua, alternativamente una parte de esencia de vinagre por unas 15 partes de agua), deja la ropa en remojo durante una o dos horas y luego lávela como de costumbre.
Si los depósitos de cal aún no han desaparecido, se puede repetir el procedimiento o ampliar el tiempo de remojo. La misma aplicación puede ayudar con camisetas que huelen a sudor a pesar de estar lavadas.
Dosificar el detergente correctamente
La dosis correcta de detergente es crucial para una ropa suave. Demasiado producto puede provocar que queden residuos en la ropa. Si crees que este es tu caso, usa la mitad de detergente que habitualmente.
Por el contrario, una cantidad insuficiente de detergente favorece los depósitos de cal, especialmente si el agua es dura (rica en cal).
Cargar la lavadora correctamente
Una lavadora sobrecargada puede hacer que el detergente se distribuya de manera desigual. Esto produce depósitos de detergente en algunos lugares y depósitos de cal en otros.
Ambos contribuyen a que las fibras ya no puedan estar suaves y esponjosas. Además, las toallas que se empapan con agua pesan bastante, lo que puede dañar la máquina o aplanar aún más las fibras si se sobrecarga la máquina.
La regla general para una carga correcta es dejar siempre al menos el ancho de una mano entre la ropa y el extremo superior del tambor.
En lo que respecta al peso de la ropa, presta siempre atención a la información sobre la capacidad máxima de la máquina. Si no está segura, te resultará útil pesar la ropa en una báscula de baño.
¡No planches toallas!
Mientras que los textiles de tejido liso, como el lino o el algodón, pueden quedar maravillosamente suaves al plancharlos, en las toallas se produce el efecto contrario. Los bucles de hilo del rizo se aplastan, pierden esponjosidad y capacidad absorbente.