Ulises es uno de los personajes más fascinantes de la mitología griega, sobre todo porque es un héroe que, todavía hoy, sorprende por un carácter muy humano. A diferencia de otros, como Aquiles o Edipo, que parecen meras marionetas en manos de los dioses, Ulises destaca por su capacidad de pensar y razonar, que en él siempre va unida a la astucia y al engaño, de ahí que el poeta Homero lo llamara en la Odisea “el varón de multiforme ingenio”.
Ulises se distingue también de otros héroes por una personalidad llena de luces y sombras, de virtudes y defectos, pues es generoso a la vez que manipulador, envidioso y rencoroso; tan valiente como precavido y escurridizo; dado a la melancolía, pero al mismo tiempo pragmático, amoral y carente de todo escrúpulo… En definitiva, es alguien convencido de que el fin justifica los medios.
El nombre del héroe Ulises
En realidad, Ulises no es el nombre original que este personaje tiene en los textos griegos. En ellos se le llama Odiseo, de ahí el título de la Odisea, el poema épico compuesto en el siglo viii a. C. por Homero, en el que se narra su viaje de regreso desde Troya hasta su isla natal, Ítaca.
Ese nombre, Odiseo, puede traducirse como “enojado” o, incluso, como “odioso”, no tanto por su personalidad como por la de quien, según cierta tradición antigua, fue su verdadero padre: Sísifo, un astuto ladrón y asesino odiado por todos.
El nombre de Ulises no es sino la forma latina por la que se conocía al héroe en Roma. Según algunos estudiosos, está formado por dos términos griegos: oulé (“herida”) e ischion (“muslo”), en referencia a una herida causada por un jabalí durante su juventud.
Ulises de joven
Según la tradición más extendida, Ulises fue hijo del rey de Ítaca, Laertes, y de Anticlea. No obstante, hay otra que asegura que, antes de contraer matrimonio, Anticlea habría amado al mencionado Sísifo y que, fruto de ese amor, nació Ulises.
Como muchos otros héroes de la mitología griega, Ulises fue educado por el sabio centauro Quirón. Completada esa educación, su padre le encargó distintas misiones en la Grecia continental, como la reclamación de unas ovejas que les habían robado. Laertes debió quedar satisfecho con el desempeño de su hijo, pues, una vez alcanzó la edad adulta, le cedió el trono.
Como rey, Ulises amplió considerablemente su patrimonio, tras lo cual se dispuso a encontrar esposa. Pensó entonces en Helena, la más bella de las mujeres de toda Grecia, pero el número de pretendientes que aspiraban a su mano era tan abrumador, que acabó inclinándose por otra muchacha, Penélope.De su unión nació un hijo, Telémaco.
Ulises antes de Troya
Helena, por su parte, se casó con Menelao, el rey de Esparta. Vivió con él en feliz armonía hasta que un bello príncipe llamado Paris se la llevó consigo a Troya. Para los reyes griegos, ese rapto era una afrenta a su orgullo, por lo que decidieron organizar un ejército para castigar a esa rica y próspera ciudad asiática.
Feliz con su vida hogareña, Ulises intentó escabullirse de esa empresa. Así, cuando una embajada de los reyes llegó a Ítaca para convencerle de que se uniera a ellos, se fingió loco: con un arado tirado por un buey y un asno, empezó a labrar un campo y a echar sal en lugar de semillas. Ahora bien, Palamedes, uno de los enviados, no se dejó engañar y, cogiendo al pequeño Telémaco, lo puso en la trayectoria del arado. Ulises, al verlo, lo detuvo.
Ulises hubo de unirse al resto de griegos, pero nunca perdonó a Palamedes que hubiera sido más ingenioso que él.
Como parte de esa embajada, Ulises fue quien descubrió la treta de otro héroe que también intentaba eludir su participación en la guerra. Se trataba de Aquiles: su madre, la nereida Tetis, sabía que su hijo moriría si marchaba a Troya, por lo que lo disfrazó de doncella y lo dejó entre las hijas del rey Licomedes de Esciro. Ulises lo descubrió presentándose ante esas muchachas con diversos presentes. Mientras todas se abalanzaban sobre las joyas y telas, Aquiles se delató al escoger una espada.
Ulises en la guerra de Troya
Ulises marchó a Troya al frente de doce naves de Ítaca. Durante los diez años que duró esa guerra, destacó por su valor en combate, pero también por sus sabios consejos y sus ardides, aunque no faltaran tampoco acciones faltas de toda ética y honra. La más grave de todas fue la falsa acusación de traición urdida para aniquilar a Palamedes.
Otra tuvo como objeto las preciadas armas del fallecido Aquiles: los reyes griegos decidieron que serían para el temible Áyax, pero Ulises, con un discurso artero, logró quedárselas. Ante tamaña injusticia, Áyax enloqueció y acabó suicidándose.
Ulises protagonizó también varias incursiones de espionaje en el campo troyano, una de las cuales se saldó con el robo de la estatua sagrada del Paladio, de la que se decía que, mientras permaneciera en Troya, la ciudad nunca sería conquistada.
Fue Ulises también quien, cuando se cumplía el décimo año de la guerra, tuvo la idea de construir un gran caballo de madera. Él mismo fue uno de los héroes que se escondieron en su interior, mientras el resto de griegos simulaban abandonar el campamento. Los troyanos, convencidos de que habían ganado la guerra, llevaron el caballo como trofeo a su ciudad. Justo lo que Ulises esperaba: llegada la noche, los griegos abandonaron su escondrijo y abrieron las puertas de Troya a su ejército.
El accidentado regreso de Ulises a Ítaca
La vuelta a casa fue especialmente accidentada para Ulises. Arrastrado por una tempestad hasta las costas de Tracia, asaltó y masacró al pueblo de los cicones que allí vivían. Luego llegó al país de los lotófagos, donde algunos de sus hombres probaron una planta local que les hacía olvidar quiénes eran. De ahí pasó a Sicilia, donde los de Ítaca cayeron prisioneros del cíclope Polifemo, quien empezó a devorarlos hasta que Ulises consiguió emborracharlo y cegarlo con una estaca.
En la isla de Eolo, el héroe recibió el regalo de un odre en el que estaban encerrados todos los vientos, excepto el que le conduciría al hogar. El regreso a este parecía ya inminente, pero los hombres de Ulises abrieron el odre pensando que ocultaba riquezas y provocaron un huracán que los apartó de su rumbo.
A continuación, los viajeros recalaron en la isla de los lestrigones, unos gigantes antropófagos que los masacraron. Solo una de las naves, la de Ulises, consiguió escapar. A bordo de ella, llegó a otra isla, la de la maga Circe, quien, tras convertir en bestias a los tripulantes, hizo de Ulises su amante. Por consejo de ella, el héroe bajó a los infiernos para conocer su futuro.
Decidido a regresar a su hogar, Ulises convenció a la maga de que le dejara partir, no sin antes devolver su aspecto humano a sus hombres. Se echaron así de nuevo a la mar, superando peligros como el de las terribles sirenas que devoraban a los marinos que atraían con sus seductores cantos. Ulises taponó los oídos de sus hombres para que no cedieran a ellos, pero, deseoso de escucharlos, se hizo atar al mástil de su nave.
Tras esta y otras peripecias, como el paso del mortal estrecho de Escila y Caribdis, la nave alcanzó la isla de Tinacria, donde, hambrientos, los hombres sacrificaron unas vacas consagradas al Sol. La ira de los dioses hizo que se desencadenara una tempestad que acabó con toda la tripulación. Solo Ulises, asido a un mástil, logró salvarse y llegar hasta la isla de la ninfa Calipso.
Ulises y la masacre de los pretendientes de Penélope
Ulises permaneció al lado de la ninfa Calipso varios años, hasta que, impelido de nuevo por la nostalgia del hogar, construyó una balsa y prosiguió su viaje. Otra tempestad lo envió contra la isla de los feacios, donde fue recogido y cuidado por Nausícaa, la hija del rey Alcínoo. Gracias a una de las naves del rey, Ulises pudo regresar por fin a Ítaca.
Diez años había durado la guerra de Troya, y otros diez el viaje de regreso al hogar.
En Ítaca, Ulises solo se dio a conocer a su hijo Telémaco y a su fiel porquero, Eumeo. Disfrazado de mendigo, se dirigió luego a su palacio, donde se habían instalado 108 pretendientes que no paraban de acosar a la fiel Penélope y de devorar los bienes del rey.
Ayudado por su hijo y sus criados, Ulises les dio muerte a todos. No contento con ello, hizo ahorcar también a todas las sirvientas que se habían mostrado amables con esos intrusos. Solo una vez acabada la matanza, el héroe desveló su identidad a su esposa.
La paz volvió entonces a Ítaca.
El final del héroe Ulises
Ulises, sin embargo, era incapaz de parar quieto después de tantos años de aventuras y viajes. Algunas versiones refieren que fue condenado al exilio por el asesinato de los pretendientes; otras que marchó a conocer nuevas tierras en Italia y que, incluso, habría llegado al Rin.
La versión más extendida dice que viajó a la isla de los tesprotos y que contrajo matrimonio con su reina, Calídice. Cuando esta murió, regresó a Ítaca, pero en el camino se cruzó con el hijo que había tenido con la maga Circe, Telégono, que lo mató accidentalmente.
Sea cual fuere ese final, las aventuras de Ulises, especialmente las relatadas en la Odisea, han dejado una profunda huella en la literatura, las artes, la música y el cine.
No podía ser de otro modo, dado que Ulises es el primer gran héroe moderno, en el sentido de que es el hombre insatisfecho y curioso, impelido a conocer aquello que le pueda ofrecer el otro y ávido de vivir experiencias nuevas que luego pueda explicar a los demás.