El poder del pensamiento es incuestionable. Son muchos los expertos que aseguran que los pensamientos negativos minan la autoestima y nos enferman, tanto física como mentalmente. Sin embargo, resolver esta cuestión no es tan simple como, sencillamente, “pensar en positivo”. No todos hemos nacido con el don natural del optimismo.
Y puede, de hecho, que tener una predisposición natural hacia la positividad, sin que esta surja de una reflexión consciente, tampoco solucione el problema. Así lo revelan los expertos a los que hemos consultado para esta ocasión y que coinciden en que ejercitar el pensamiento, aprender a filosofar, es una gran arma para aumentar nuestra inteligencia emocional, subir la autoestima y enfocar las cosas con más optimismo.
El arte de pensar
Podemos decir muchas cosas sobre el mundo moderno, pero algo es indiscutible. Es mucho más cómodo y seguro que el mundo antiguo. El desarrollo tecnológico, los avances médicos y la modernización de las ciudades han simplificado la vida en muchos aspectos. Y, sin embargo, el supuesto “estado del bienestar” está lejos de hacernos felices. Cada vez sufrimos más ansiedad, más depresión. La salud mental parece ir en declive, y no son pocos los expertos que se pregunta por qué.
Aunque quizá tenga que ver con que la felicidad, como ya han dicho tantos expertos en la materia, no está en lo material. Ni siquiera tiene relación con la supervivencia, aunque tener cubiertas las necesidades básicas ayuda, y mucho. Quizá la felicidad reside en otro lugar. Para expertos como Arthur Brooks, está en el sentido. Para Mario Alonso Puig, en la compañía.
Pero si hay alguien que sabe realmente sobre felicidad y sufrimiento, sobre libertad, es la filosofía. Por eso tantos filósofos modernos responde de forma bastante similar a la pregunta sobre por qué no somos felices: necesitamos aprender a filosofar.
Filosofía y felicidad
A lo largo de los años, la filosofía se ha convertido, cada vez, en una asignatura pendiente de la humanidad. Literal y figuradamente. Para algunos es prácticamente una desconocida. Sin embargo, parece haber vuelto con fuerza, y su auge tiene una sencilla explicación. La filosofía es una disciplina que busca comprender los aspectos más profundos de la realidad, la existencia humana, el conocimiento y la verdad a través de la reflexión, la razón y el análisis crítico. Se ocupa de examinar las preguntas fundamentales sobre la vida, el universo, la moral, el ser y el pensamiento. Aquellas que, quizá, debamos empezar a hacernos.
Rafael Norbona, profesor de filosofía y autor de Maestros de la felicidad, lo expresa de la siguiente manera: “El pensamiento es algo más que una especulación abstracta. Es nuestra forma de convertir el mundo en nuestro hogar.” El experto asegura que “el ser humano necesita entender, clarificar y despejar incógnitas”.
Y es que, en realidad, la filosofía está lejos de ser una academia excelsa y elitista. Es más bien una herramienta fundamental que la humanidad ha desarrollado durante años y que, sin embargo, nos hemos empeñado en olvidar. Esta palabra tiene gran importancia en el contexto filosófico, dado que, para muchos pensadores clásicos, las principales causas del sufrimiento eran las pasiones y el olvido de uno mismo.
Es por eso por lo que expertos como Ryan Holiday, autor de El diario de Epicuro, afirman que necesitamos la filosofía más que nunca, aunque en la actualidad nadie se despierte pensando que la necesita. Explica que la ironía que reside detrás de este pensamiento extendido sobre la filosofía como disciplina complicada y ajena al común de los mortales es que, en realidad, los pensadores clásicos buscan mejorar la vida cotidiana de las personas. “Vana es la palabra de un filósofo que no cura el sufrimiento del hombre”, decía Epicuro.
Esta misma idea la sostuvo también Thoreau, expresando que “Ser filósofo no es simplemente tener pensamientos sutiles, ni siquiera fundar una escuela (…). Es resolver algunos de los problemas de la vida, no solo teóricamente, sino también en la práctica”.
Todas estas ideas son inspiradoras. Pero siguen sin resolver, al menos no despejando cualquier atisbo de duda para qué necesitamos la filosofía. La respuesta es simple: solo con la filosofía podemos ser optimistas.
El pensamiento filosófico es optimista
Quizá esta aseveración sea pretenciosa y poco precisa. Algunas corrientes de la filosofía, como la que defendía el conocidísimo Schopenhauer, son esencialmente pesimistas. Sin embargo, el ya citado profesor Narbona afirma que es difícil ser optimista si nos mantenemos distanciados de la filosofía.
“Necesitamos conocer nuestros orígenes para saber quiénes somos. Necesitamos saber de dónde venimos para trazar una hoja de ruta y determinar a dónde nos dirigimos. No es fácil ser optimista cuando el pasado está sumido en la oscuridad. En ese estado, el futuro parece más incierto”, afirma el autor.
Pero no se trata solo de la incertidumbre ante el pasado. La filosofía nos obliga a hacernos grandes preguntas, afirma Narbona. “¿Debemos guiarnos por el corazón o por la razón? ¿Es la felicidad un asunto político o algo estrictamente privado? ¿Nos ayuda la idea de Dios a ser más felices, o solo constituye un lastre? ¿Se puede contemplar la muerte sin angustia?”. Todas estas preguntas que formula el profesor de filosofía son esenciales para enfrentar la vida con la actitud necesaria para ser libres y felices.
Porque “la filosofía nos muestra que el ser humano puede elegir, que puede salir de las regiones más sombrías y que el optimismo no es una ingenuidad, sino un gran ejercicio de lucidez”.
¿Cómo aprender a filosofar?
Puede que tras haber leído todas estas reflexiones te plantees si es tu momento de lanzarte a la piscina de la filosofía, pero ¿por dónde empezar? Los expertos nos dan tres consejos para adquirir el hábito de filosofar:
- Empieza a leer filosofía. Puedes empezar por donde quieras. Hay muchos textos de divulgación filosófica cuyo nivel es asequible hasta para el lector más inexperto. Tómate tu tiempo, hazlo poco a poco y no olvides estas palabras de Ryan Holiday, “cualquiera que sea el problema al que te enfrentes en este momento, es probable que alguien más haya pasado por él. Y sus consejos y sabiduría nos llegan a través de la filosofía.”
- Hazte preguntas. La filosofía empieza siempre con una pregunta. Es el arte de responderla por medio del pensamiento. Así que hazte tantas preguntas como puedas. Algunas serán más evocadoras que otras. Pero ninguna es despreciable. Preguntarte sobre la vida y buscar, a través de la razón, sus respuestas, te ayudará a avanzar en la vida.
- Escribe tus respuestas. Una vez que empieces a responder a esas preguntas que debes hacerte, escribe las respuestas. Escribir te ayudará a ordenar tus reflexiones, a objetivarlas, y podrás releerlas luego para comprobar como evoluciona tu pensamiento.