Todo el mundo ha visto las manchas negras en el techo o las paredes, cerca de las ventanas o en las juntas de la bañera. Es moho evidente. Sin embargo, también hay un moho oculto que se encuentra donde menos te lo esperas y que es un riesgo para la salud.

Los escondites típicos son los espacios entre muebles y paredes, detrás de paneles, revestimientos y papeles pintados, o debajo de revestimientos del suelo como alfombras y laminados. A menudo se puede encontrar moho incluso debajo del pavimento y en los materiales aislantes.

¿EL MOHO DE VERDAD SUPONE UN PELIGRO?

Si crees que el moho invisible no supone un problema de salud solo porque no se puede ver, estás equivocado.

Al igual que el moho visible, las micotoxinas, es decir, las esporas de moho tóxicas, provocan efectos nocivos para la salud, comoirritación respiratoria, tos, dolores de cabeza, erupciones cutáneas y reacciones alérgicas, especialmente en personas con enfermedades previas, ancianos y niños.

¿POR QUÉ SE PRODUCE EL MOHO?

Independientemente de si es visible o invisible, la causa de la formación de moho es siempre la misma: en el aire siempre hay esporas flotando y cuando se depositan en paredes, techos y suelos se multiplican si encuentran las condiciones adecuadas de temperatura y humedad.

El agua es el catalizador clave para el crecimiento de moho, especialmente la que se produce por condensación cuando el aire caliente, con una humedad relativa superior al 70%, entra en contacto con una superficie fría. Una pared húmeda por esta causa es un caldo de cultivo ideal para los hongos. Este fenómeno es habitual, por ejemplo, cuando llueve si no se ventila bien.

Otras causas para que se desarrolle el moho es que las superficies estén húmedas por filtraciones procedentes del tejado o el subsuelo, o por tuberías de agua con pérdidas.

¿CÓMO PUEDES DESCUBRIR EL MOHO INVISIBLE?  

Dado que las superficies no se manchan, el primer signo de que el moho está ahí es el característico olor a humedad.

Si las personas que viven en la casa sufren síntomas de alergia o molestias cuyo origen es desconocido, es una buena idea realizar una buena revisión para detectar el moho invisible.  

Si sospechas que hay moho invisible, no debes picar la pared en ningún momento. En tal caso, una empresa especializada puede medir los gases o la concentración de esporas en el aire que revelan la presencia del moho.  Esta prueba puede costar entre 300 y 1.000 euros. 

CÓMO VENCER AL MOHO  

Si se confirma la sospecha de que hay moho invisible en tu casa, casi siempre es imprescindible una eliminación profesional por parte de una empresa especializada. Los especialistas trabajan con máscaras profesionales y utilizan procedimientos como la nebulización con desinfectantes para matar eficazmente los hongos.

Solo cuando la infestación de moho se limita a un área manejable (menos de un metro cuadrado) puedes eliminarlo tú mismo. 

  • Ponte guantes de goma, mascarilla  (FFP2) y gafas, pues el moho puede liberar esporas que pueden irritar la piel, los pulmones y los ojos.
  • Mantén la zona ventilada mientras trabajes. Cierra las puertas que comuniquen con otras habitaciones.
  • Pulveriza la zona con vinagre de limpieza y deja que actúe durante una hora.
  • Frota con un cepillo o un paño.
  • Después, limpia con agua oxigenada al 3%.
  • Pon en marcha un ventilador y, si es necesario, un deshumidificador, para asegurar un buen secado. 
  • Elimina cualquier material poroso que se haya visto afectado, como alfombras, cortinas o placas de yeso

Medidas para evitar que reaparezca

 Aparte de actuar directamente contra el moho, toma medidas preventivas para que no reaparezca: 

  • Asegúrate de que las paredes exteriores estén bien aisladas.
  • Especialmente durante los meses fríos, ventila las habitaciones dos o tres veces al día y durante al menos cinco minutos.
  • Ventila después de la ducha y después de cocinar para expulsar la humedad al exterior. Seca las mamparas de la ducha y las juntas en torno al plato o la bañera. 
  • No dejes que la temperatura de tu casa baje de los 18 ºC, incluso en las habitaciones que no uses.  
  • Controla periódicamente la humedad interior con un higrómetro. Una humedad ambiental saludable se sitúa entre el 40% y el 60%.