El dato de que la Tierra tarda 365 días en dar toda una vuelta al sol, lo que para nosotros es un año, es algo que todo el mundo conoce. Pero es un dato inexacto. Una vuelta completa de nuestro planeta alrededor del Sol tarda exactamente 365 días, 5 horas, 48 minutos y 45,25 segundos. Parece que ese tiempo "extra" sea poco relevante pero por pequeña que sea, es una fracción que se debe tener en cuenta ya que es necesario mantener la sincronía con nuestra órbita.
Esta confusión preocupaba a los eruditos desde el principio de los tiempos, ya que estas horas "de más" ocasionaban un problema y es que el año natural no coincidía con el año marcado en el calendario y se producía un desequilibrio con el transcurrir de las estaciones. Había que hacer algo para que el nuestro calendario se adecuara al calendario de la naturaleza. Al fin y al cabo, nuestra vida se organiza en torno a un calendario y vivir en sintonía con los ritmos y ciclos de la naturaleza no es solo importante para organizarnos como sociedad, sino que es una de las claves para el bienestar físico y mental.
Tras muchos intentos de resolver ese desajuste, ya en tiempos de los egipcios, se decidió que había que añadir un día para que los cálculos cuadraran.
Los romanos crearon el bisiesto
Las antiguas civilizaciones se guiaban básicamente por las estrellas y los movimientos celestes y era necesario que las fechas astronómicas y las cronológicas coincidieran para que, por ejemplo, los solsticios que marcan el cambio de estación se produzcan aproximadamente en las mismas fechas un año tras otro. No se podía ignorar el Sol y el recorrido de la Tierra a su alrededor: los ciclos lunares han marcado las cosechas y los eventos importantes desde siempre, incluso los calendarios religiosos determinan las fechas de algunas de sus tradiciones por el calendario lunar.
Se calculó, entonces, que el tiempo "sobrante" del recorrido de la Tierra era casi un cuarto de día al año, así que los romanos añadieron un día entero cada 4 años. Ellos fueron quienes lo colocaron después del sexto día de la tercera semana del mes. De ahí la palabra 'bisiesto', que procede del latín 'bisextus' , es decir, "dos veces sexto".
Pero los cálculos matemáticos sacaron a la luz un problema: el adelanto real no es de un cuarto de día (0,25) sino que es algo menos (0,242). Así que cada año que pasaba, el calendario juliano iba 0,008 días por delante de la naturaleza.
Pasaron siglos donde estas décimas se acumulaban y en el siglo XVI había ya 10 días de adelanto. Así que el Papa Gregorio XIII tomó cartas en el asunto y eliminó ciertos años bisiestos. Se determinó que el día adicional se agregaría solo a los años de comienzo de siglo divisibles por 40 y que los años bisiestos fueran divisibles por 4.
Tras esto, la mayor parte del mundo ha adoptado el calendario gregoriano y su sistema de año bisiesto, para que los días y los meses coincidan con las fechas clave de los solsticios.
¿Qué pasa con la Luna en los años bisiestos?
Puede ocurrir que el mes de febrero, que solo tiene 28 o 29 días en los años bisiestos no tenga una luna llena.
El período que va de una luna llena a otra, pasando por todas las fases lunares, es de aproximadamente 29, 5días. así que como febrero es más corto puede no tener luna llena. No es el caso de este año 2024 pero este fenómeno, la Luna negra, ocurrió en 2018 y volverá a pasar en 2037.
Por la duración del ciclo lunar lo que es imposible es que en febrero podamos observar la luna azul, es decir un mes con 2 lunas llenas, ya que cuando ocurre en otros meses, la primera la vemos el primer o el segundo día del mes, y en febrero no daría tiempo a que se diera la segunda.