El poeta Homero llamaba a Eos “la de sonrosados dedos” y “la de azafranado velo”. Era un modo poético de aludir al color que inunda el cielo durante el amanecer, el momento del día que Eos personificaba.
Eos anunciaba así la llegada de su hermano Helios, el Sol, que se adueñaba entonces del firmamento hasta que cedía su lugar a otra hermana, Selene, la Luna. Los tres hermanos, por tanto, cubrían los diferentes momentos del día y la noche.
Diosa de la aurora: Eos y su relación con el cielo
Al igual que sus dos hermanos, Eos era una titánide de segunda generación, hija de Hiperión, un titán asociado al cielo y los astros (su nombre significa “el que camina en las alturas”) y Tea, una deidad relacionada con la luz y el sentido de la vista.
Cada mañana, Eos abandonaba su palacio en Oriente sobre un carro tirado por los divinos caballos Lampo y Faetonte, y anunciaba la llegada de un nuevo día.
Esa vinculación de Eos con el cielo se refuerza por su relación con otro titán, Astreo, con quien tuvo varios hijos: Eósforo, la estrella de la mañana, y los vientos Céfiro, Bóreas y Noto.
Eos y la maldición de Afrodita
Además de con Astreo, Eos mantuvo un romance con el fiero Ares, el dios de la guerra. Se ganó así las iras de la diosa del amor, Afrodita, quien, aunque casada con Hefesto, el dios de la forja y el fuego, era la amante de Ares. Afrodita maldijo entonces a Eos, condenándola a vivir permanentemente enamorada, sobre todo de esas criaturas perecederas que son los humanos.
Los mitos protagonizados por Eos surgen de esa maldición. Uno de ellos es el que cuenta su amor por Orión, un hijo de Poseidón, el dios marino, que acabó muerto por un escorpión gigante por haber violado a una seguidora de Artemisa, la divina cazadora.
El mito más famoso de eos: el castigo de la inmortalidad
El mito más famoso de Eos es el que narra su relación con el príncipe troyano Titono. La titánide se enamoró locamente de él, tanto como para acudir a Zeus para que le concediera a su amado el don de la inmortalidad. El rey de los dioses accedió a ello, pero Eos, en su precipitación, se olvidó de pedir también la eterna juventud para Titono.
La consecuencia de ese olvido fue trágica: a medida que pasaban los años, Titono fue envejeciendo más y más, y volviéndose cada vez más débil, desvalido e inerme, tanto que incluso perdió la facultad de hablar. Al final, por compasión, fue transformado en una cigarra.
Eos y su hijo Memnón, el héroe etíope
La diosa Eos tuvo varios hijos, además de los vientos que le dio Astreo. El más famoso de todos fue Memnón, quien nació en Etiopía, el lugar en el que la titánide y Titono gozaron de su amor.
Dado el origen troyano de su padre, este Memnón fue uno de los héroes que acudieron en ayuda de Troya durante la famosa guerra que la enfrentó a los griegos. Allí llevó la devastación hasta que Aquiles se cruzó en su camino y lo mató.