Los dioses olímpicos no siempre gobernaron el panteón griego. Antes que ellos hubo otra generación divina, la de los Titanes, uno de cuyos miembros, Crono, se alzó con el poder después de destronar a su padre Urano.  

En un universo que aún estaba cobrando forma, Gea (la Tierra) se unió a Urano (el Cielo) y dio a luz a los seis Titanes y las seis Titánides, la primera generación divina. El más joven de ella fue Crono.  

De la unión de Gea y Urano nacieron también los Cíclopes y los Hecatónquiros, criaturas que su padre consideró tan monstruosas como para encerrarlas en lo más profundo de la Tierra. De ese modo, no solo le ocasionó a Gea unos tremendos dolores, sino que precipitó también su propio fin: armado de una hoz que le había dado su madre, Crono atacó a Urano, lo castró, arrojó sus genitales al mar y se proclamó rey del mundo

 

Crono y Rea

Una vez entronizado, Crono se unió a su hermana Rea, que no tardó en quedar embarazada. Lo que en cualquier otra familia habría sido motivo de alegría, ensombreció el ánimo del Titán. No era para menos, pues Urano le había predicho que sería destronado por uno de sus hijos.  

Crono decidió entonces deshacerse de los vástagos que le diera su hermana y esposa, sin importar que fueran niños o niñas. Y eso es lo que pasó: cuando Rea le presentó a su primogénita, Deméter, Crono se la tragó. El mismo truculento destino siguieron los que nacieron a continuación: Poseidón, Hades, Hestia y Hera.  

Al final, Rea, harta de parir para alimentar a su esposo, decidió sustituir a su último hijo por una piedra convenientemente envuelta en pañales, que Crono engulló sin sospechar engaño alguno. Fue de ese modo como se salvó Zeus, al que su madre llevó a una cueva de la recóndita isla de Creta para que pudiera crecer libre de la amenaza paterna.  

Una vez creció y se convirtió en un fornido y apuesto dios, Zeus fue al encuentro de su padre y le hizo regurgitar, uno a uno, a sus hermanos

Crono y la guerra de los titanes 

Crono, aunque humillado, no se dio por vencido. Por ello, llamó a sus hermanos Titanes y Titánides para enfrentarse a Zeus y el resto de sus hijos. El universo se vio de ese modo sacudido por una guerra cósmica, la Titanomaquia, en la que acabaron imponiéndose los dioses más jóvenes.  

Definitivamente vencido, Crono fue encadenado en el Tártaro, lo más profundo de la Tierra. Para los humanos fue una mala noticia, pues Crono, a pesar de su pésimo gusto gastronómico, fue un buen rey. La suya fue una auténtica edad de oro en la que la humanidad no conocía lo que eran el trabajo, el hambre, la enfermedad, el dolor o la vejez. Nada que ver con la edad del hierro actual, marcada por la guerra y la precariedad. 

Mito de Crono en otras religiones 

La monstruosa acción llevada a cabo por Crono con Urano presenta similitudes con lo que narran unos mitos aún más antiguos que el griego. Así, en la mitología hitita y hurrita, el dios del cielo Ani fue castrado por su hijo Kumarbi, quien no recurrió a una hoz como Crono, sino a sus propios dientes. Otra variante es que, a raíz de ese hecho, Kumarbi quedó embarazado y acabaría alumbrando a Teshub, el dios de la tormenta… 

Más frecuentes son los mitos que hablan de guerras entre distintas generaciones de dioses. Uno de los más antiguos es babilonio y narra el conflicto que se desencadenó entre Tiamat, la diosa del agua salada, y Marduk, el del agua dulce.  

La mitología germánica y escandinava, por su parte, recoge la lucha entre los aesir y los vanir, mientras que en la mitología eslava son Perún, dios del trueno, y Veles, dios del inframundo, los que combaten. 

La reconciliación entre Crono y Zeus 

Los mitos refieren que el castigo de Crono debía extenderse por toda la eternidad. Hay, sin embargo, otra versión que sugiere que Zeus acabó reconciliándose con su padre, al que liberó de sus cadenas e instaló en la isla de los Bienaventurados. En ella, las almas de los hombres y mujeres virtuosos disfrutaban de una nueva vida dichosa y feliz, liberada de todo trabajo y preocupación.  

Con posterioridad, y debido a la semejanza del nombre del Titán con el término griego chrónos, que significa “tiempo”, Crono pasó a ser identificado con la personificación del Tiempo, y de ahí la confusión y que a menudo se le llame también dios Cronos. Como tal, se le representa armado con una guadaña.