Maracuyá

De sabor ácido intenso, ​el maracuyá o fruta de la pasión es abundante en agua (entre el 72 y el 86%). Sus grasas, mínimas, se concentran en sus semillas, y sus proteínas son escasas. En cuanto a los carbohidratos, son más notables e incluyen importantes porcentajes de fibra vegetal soluble en forma de pectinas, e insoluble, en las membranas y las semillas. Pero el mayor tesoro del maracuyá se encuentra en sus vitaminas, minerales y fitoquímicos. Su vitamina C (30 mg/100 g) se aproxima a la del limón y la naranja y también destaca en betacaroteno, en vitamina B3 (1,5 mg), que es el doble o triple que en la mayoría de frutas frescas y en vitamina B2. Entre los minerales destaca en potasio, hierro, magnesio, fósforo y oligoelementos como cinc, cobre o selenio. 

La granadilla, maracuyá o fruta de la pasión –se le llama así porque la flor recuerda a las espinas que llevaba Cristo en el martirio– tiene una corteza fuerte y gruesa que protege un sinfín de semillas oscuras y crujientes envueltas  en una pulpa jugosa y gelatinosa, aromática y refrescante, cuyo color varía desde diversos tonos del rosado y amarillo al casi blanco. La variedad que se encuentra en el mercado procede de Brasil y tiene un sabor acidulado que da cuerpo a muchos zumos de frutas exóticas.

 

Una fruta por descubrir
El maracuyá es una fruta interesante para todos, pero especialmente para niños, que están en edad de crecimiento, embarazadas, ancianos, personas sometidas a estrés o a altas exigencias físicas, y fumadores.

· La vitamina C, que predomina en el maracuyá interviene en la formación del colágeno, huesos, dientes y glóbulos rojos, favorece la absorción del hierro, refuerza el sistema inmunitario y ejerce una acción antioxidante.
· Las variedades amarillas de maracuyá también destacan en betacaroteno o provitamina A, que ayuda a mantener en buen estado la vista, la piel, el pelo, las mucosas, los huesos y el sistema inmunitario.
· La niacina o vitamina B3 (1,5 mg), interviene en el metabolismo de proteínas, grasas y carbohidratos, la circulación sanguínea, el crecimiento y la respiración.
· La riboflavina o vitamina B2 (0,1 mg) es importante para la piel, las mucosas y la córnea.
· El hierro (1,6 mg) puede llegar a representar hasta el 9% de la cantidad diaria recomendada y, además, al ir acompañado de vitamina C, se asimila mejor.
· El maracuyá también aporta magnesio (29 mg) y fósforo, que intervienen en varios procesos del crecimiento y en la correcta secreción de la leche materna.

 

Jugoso y aromático
Dicen los buenos catadores que el maracuyá tiene toques de melocotón, albaricoque, fresas, frambuesas y moras, todo ello bien mezclado en un conjunto tremendamente aromático, con más de doscientas sustancias volátiles, y un paladar agridulce, con la punzada fresca del ácido cítrico, y el toque de fruta verde que le confiere el ácido málico. La textura es sedosa antes de masticar, y luego crujiente al encuentro con las pepitas. Y enseguida se notan las punzantes notas ácidas en los lados de la lengua…

 

Versátil como el limón
El maracuyá se suele consumir como fruta fresca, en forma de sirope para postres, o como zumo. Al ser ácido como el limón le van bien los siguientes maridajes del limón: aliños de pescado y marisco, sopas, frituras, verduras hervidas, lentejas y tofu, si se usa tal cual. Incorporado a cualquier vinagreta aporta la misma acidez pero con un aroma y sabor increíbles.

 

Cómo se come
Se come solamente la pulpa. Se toma una pieza y se corta con un cuchillo haciéndola girar alrededor, pero sin traspasar su interior. Luego se sorbe la pulpa directamente del cascarón, o bien se extrae con una cucharilla.