Una notificación emitida a principios de abril de 2023 por el Sistema de Alerta Rápida para Alimentos y Piensos de la Unión Europea (RASFF, por sus siglas en inglés) ha llamado la atención sobre el riesgo que suponen las aflotoxinas en alimentos que se consumen habitualmente.

La notificación se refería a una muestra de almendras importadas de los Estados Unidos que contenían niveles de aflotoxinas por encima del mínimo permitido. El organismo europeo calificó esta incidencia como un riesgo serio para la salud de los potenciales consumidores. 

¿Qué son las aflotoxinas que se han detectado en las almendras?

Las aflatoxinas son un conjunto de unos 20 compuestos similares, extremadamente tóxicos y cancerígenos, segregadas de manera natural por especies de hongos como Aspergillus flavus, Aspergillus niger, Aspergillus parasiticus o Penicillium verrucosum. La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés) explica en su web que la ingesta de aflotoxinas debe reducirse al mínimo posible.  

Según la Organización Mundial de la Salud, las aflatoxinas son los compuestos naturales con mayor potencial cancerígeno para los seres humanos.

¿Qué alimentos se pueden contaminar con aflotoxinas?

Además de las almendras, protagonistas de esta última alerta alimentaria, pueden estar contaminados con aflotoxinas otros frutos secos, los cereales, las semillas, las especias, los aceites vegetales y las frutas deshidratadas. Sus metabolitos también pueden encontrarse en la leche de animales alimentados con piensos contaminados.  

¿Cuáles son los síntomas de intoxicación? 

Si se ingiere una cantidad elevada de aflotoxinas pueden aparecer a corto plazo síntomas como dolor abdominal, vómitos, náuseas, somnolencia, convulsiones, pérdida de la conciencia y piel o ojos amarillentos. Pero este tipo de intoxicación aguda es muy raro. 

Lo más frecuente es la exposición a pequeñas cantidades a lo largo de la vida, que no causan síntomas inmediatos, pero que están relacionadas con problemas graves como disminución de la inmunidad frente a virus y bacterias, abortos o cáncer, especialmente de hígado. 

Existen pruebas médicas para descubrir una intoxicación con aflotoxinas: medir la presencia de AFM1-guanina en orina, que no se considera muy fiable, o medir el AFB1-albúmina en el suero sanguíneo, una opción más segura.  

¿Cómo se puede evitar su consumo y su presencia en los alimentos?

Las aflotoxinas no huelen ni tienen sabor, pero se puede sospechar que un alimento las contiene si presenta un olor desagradable a rancio o a humedad, puesto que las bacterias que las producen prosperan en los ambientes húmedos y cálidos. Estas bacterias pueden invadir las fábricas y sobre todo los almacenes que trabajan con los frutos secos, los cereales, las semillas, etc.  

En unas zonas del planeta es un problema más serio que en otras. Tienen problemas con el control de los hongos en los alimentos países de África, la India, el sudeste asiático, México, países centroamericanos, Brasil y otros. 

En España y los países europeos, la ley obliga a que las industrias realicen controles frecuentes en los productos para garantizar la seguridad alimentaria, pero, en última instancia, vale la pena fiarse del olfato y rechazar cualquier alimento que no tenga buen aroma.

Como normas generales, conviene adquirir los alimentos en comercios de confianza. Luego, en casa, es necesario mantenerlos a salvo de la humedad y el calor, y no retrasar demasiado el consumo. La recomendación tan frecuente de que guardemos los alimentos en lugares frescos y secos tiene mucho sentido.  

Cocinar el alimento no sirve de nada en este caso, puesto que las aflotoxinas no son afectadas por el calor. 

No dejes de consumir frutos secos por culpa de las aflotoxinas

Los frutos secos contienen una alta proporción de proteínas, fibra, minerales, grasas saludables y vitaminas, sobre todo vitamina E y vitaminas del grupo B.

El consenso entre nutricionistas es que resulta recomendable la ingesta de unos 30 g diarios.